Quizás la definición más completa de adoración está en Romanos 12:1-2 donde dice que en respuesta a las misericordias de Dios, descritas en Romanos 1-11 debemos presentarnos como sacrificios vivos. Éste versículo va mucho más allá del canto, porque indica que la adoración es todo lo que hacemos con la totalidad de nuestras vidas. También indica que la única manera de realizar la adoración implica que pensemos constantemente en el mensaje que Pablo nos dio en los primeros 11 capítulos de Romanos para “renovar nuestra mente”.
La adoración incluye el pensar el evangelio. Si no estamos dispuestos a repensar los pensamientos de Dios, no le estamos adorando. Si somos tan orgullosos que no nos humillamos para tomar en serio lo que Dios piensa y hace, y solo queremos que Él bendiga nuestras vidas, no lo estamos adorando.
Si en nuestra adoración sólo decimos que “yo te estoy adorando”, no estamos adorando a Dios. Es como un niño que está buscando la atención de sus padres. No busca obedecer a sus padres, está buscando que le hagan caso. Si en nuestra adoración no nos sometemos a Dios, estamos manipulando a Dios para nuestro beneficio. La palabra hebrea de adoración es la de “postrarse” que quiere decir, someterse. Si estoy buscando la atención de Dios, no lo estoy adorando. Si no estamos buscando someternos a su voluntad, no estamos adorándole.
La confesión ante otros de quien es Jesús es adoración. En Hebreos 13:15 donde habla del “sacrificio de alabanza” no está hablando del canto, sino de dar un testimonio ante los que no conozcan a Dios como aclara el mismo versículo.
El Antiguo Testamento también crítica la “sensualidad” y el “emocionalismo” en la adoración. Un emocionalismo alimentado por amplificadores que nos dan vida apagando el intelecto y la comprensión. La verdadera adoración presenta este contraste con la adoración pagana. Los que estaban adorando a la “becerra de oro”, se levantaron para jugar. Los adoradores a Baal se pusieron en trance donde bailaron y se cortaron con cuchillos. Estaban en un culto totalmente emocional. Este culto irracional contrasta con el énfasis bíblico en la enseñanza y mensaje que nos ayuda a ser adoradores con mente y cuerpo.
Esta idea de someterse a la Palabra de Dios está presente en las instrucciones que Pablo da a Timoteo diciéndole que estudie con diligencia la Palabra de Dios para que el pastor pueda alimentar a las ovejas y no solo emocionarlos con sus palabras y canticos. Esto es vital en nuestros tiempos postmodernos un retorno a la enseñanza en las iglesias. La postmodernidad ha abandonado lo intelectual por lo emocional, la verdad por el sentir y la adoración por lo electrónico.