La mayor motivación para la misión es la Biblia. Históricamente, los monjes huían de la sociedad para conseguir seguridad y lograr sus metas de estudio. Sin embargo, al estudiar la Biblia, en sus corazones nació el deseo de llevar el evangelio a otras naciones y a otras etnias. Así nacieron la mayor parte de las misiones entre los años 500 y 1500 d.C. Por esta razón, es importante fundamentar nuestra participación en las Escrituras y la misión de Jesús.
Para ello debemos plantearnos y contestar tres preguntas:
¿Cuál es la misión de Dios?
¿Cómo llevó a cabo Jesús esta misión?
¿Cuál es nuestra participación en dicha misión?
La Misión de Jesús:
Cordero de Dios
¿A quién le importa el futuro?
Hace poco vi un libro cuyo título era: ¿A quién le importa el futuro?: Las disyuntivas de México, de Juan Ramón de la Fuente, ex-rector de la UNAM. El autor plantea las alternativas disponibles para dirigir al país en los próximos años. Sus propuestas no toman en cuenta la espiritualidad, ni la religión, ni a Dios. ¿Qué futuro o qué posibilidades tenemos en un futuro sin Dios?
Para Dios, el futuro es importante. A Dios le importa la justicia. A Dios le importa la maldad. A Dios le importa que los justos sean premiados. La misión de Dios es que haya justicia, verdad y amor en este mundo. Las Escrituras dicen que hay un solo camino para llegar a estas metas (Juan 14:6).
El Nuevo Testamento afirma que los que no creen en Dios no tienen esperanza. La esperanza sin Dios es temporal, pasajera; en contraste, la esperanza con Dios es eterna.
Además, sin Dios no hay justicia.
Cuando Juan el Bautista presenta a Jesús al pueblo de los judíos se refiere a él como: “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. No es fácil entender esta frase. Para definir este concepto, necesitamos ver cómo se usa en el Antiguo Testamento. ¿Para qué servían los corderos en la religión de los Israelitas? ¿Qué tiene que ver el cordero con el pecado? ¿Cómo lograron quitar la ofensa del pecado para acercarse a Dios? ¿Qué connotaciones tenemos acerca de los sacrificios? Éstas son sólo algunas preguntas que necesitamos responder para entender el anuncio de Juan el Bautista.
La declaración
Desde Génesis 3:15 sabemos que Dios tiene un plan para derrotar a la maldad.
«Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón.» (Génesis 3:15 NBLH).
Este versículo y su contexto definen el problema humano. El hombre se rebeló y buscó ser autónomo. Con sus actos el hombre provocó la maldición de Dios sobre él y que la creación misma se volviera su enemiga. Esto establece el problema que el evangelio habrá de resolver. A partir del pecado de Adán y Eva, la creación y los seres humanos viven una lucha de sobrevivencia. La rebeldía en contra de Dios hace que vivamos en un conflicto.
Este versículo también nos ofrece esperanza. Indica que un descendiente de la mujer va a derrotar a la maldad y permitir que la creación vuelva a cumplir las aspiraciones que Dios tenía para ella desde el principio. Podemos esperar que Dios restablezca sus paz y armonía en su creación.
La misión de Dios
[Génesis 3:15 define la misión de Dios. Para continuar con su su plan, Dios tiene que resolver el problema del pecado, sino no, no habrá hecho nada para lograr sus propósitos en la tierra. Génesis 3:15 indica que el propósito de Dios es que un hombre venza a la maldad. Tiene que aplacar la rebeldía en el corazón humana para que los humanos se reconcilien con él. El hombre tiene que obedecerlo en todo o fracasará su plan para la humanidad.
La promesa
Para entender la misión de Jesús tenemos que arrancar desde la promesa de Dios a Abraham en Génesis 12:1-3.
En esta promesa tenemos a Dios prometiéndole a Abraham una tierra, una descendencia, y una bendición (gobierno). Es decir, le promete un reino.
El pacto
En el pacto aprendemos que Dios le está cumpliendo su promesa. Dios extiende la promesa a un pacto. La extiende la promesa por cuanto lo solemniza, es decir, formaliza la promesa con una firma ante la ley o ante una autoridad (Génesis 15:17-18), ya que es un acuerdo con consecuencias en caso de no cumplirse. También la extiende e incrementa en que Dios mismo promete ser escudo para Abraham o el pueblo de Dios. En tercer lugar, la incrementa en que Dios promete darse a sí mismo para su pueblo como “galardón” (Génesis 15:1-2)
Aprendemos que el creer en lo prometido por Dios lo hace a uno justo. No es lo que el hombre hace, que siempre será pésimo, sino el hecho de creer en Dios hace que le cuente a uno por justicia (Génesis 15:6).
En el ritual de hacer el pacto, Dios indica que él es el responsable de que el pacto se cumpla. Dios es el responsable de su cumplimiento, no el hombre. ¿Cómo lo indica?
Jehová proveerá
En Génesis 22:1-2 Dios pone a Abraham a prueba y le pide que sacrifique a su hijo de la promesa, Isaac. Isaac nunca se enteró de que él será la víctima del sacrificio. Ellos preparan todo para el sacrificio, leña, cuerda, navaja, pero sin tener un animal para el sacrificio. Aparentemente el sacrificio se haría lejos de donde vivían, porque viajan tres días .
«Isaac habló a su padre Abraham: “Padre mío”. Y él respondió: “Aquí estoy, hijo mío”. “Aquí están el fuego y la leña”, Isaac dijo, “pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?”, Y «Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón”.»
Nota el paralelismo de quiénes cargan la madera: Isaac y Cristo. Abraham respondió:
“Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo mío”. Y los dos iban juntos.» Génesis 22:7-8 NBLH
Aquí vemos que Abraham, en su respuesta, esperaba que Dios le diera un sustituto de su hijo.
Él sabía, es decir, tenía fe en que Dios resolvería el problema porque,
«Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía a su único hijo. Fue a él a quien se le dijo: “EN ISAAC TE SERA LLAMADA DESCENDENCIA”. Él consideró que Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde también, en sentido figurado, lo volvió a recibir.» (Hebreos 11:17-19 NBLH).
«Llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña. Entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo. Pero el ángel del SEÑOR lo llamó desde el cielo y dijo:
“¡Abraham, Abraham!” Y él respondió: “Aquí estoy”. Y el ángel dijo: “No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada. Porque ahora sé que temes a Dios, ya que no Me has rehusado tu hijo, tu único”.» (Génesis 22:9-12 NBLH).
Dios no le permitió a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. En lugar de Isaac Dios proveyó un carnero para tomar el lugar de, o ser un sustituto de Isaac.
«Entonces Abraham alzó los ojos y miró, y vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral. Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y Abraham llamó aquel lugar con el nombre de El SEÑOR Proveerá, como se dice hasta hoy: “En el monte del SEÑOR se proveerá”.» (Génesis 22:13-14 NBLH).
¿Qué piensan acerca de las palabras “el SEÑOR proveerá”? ¿Qué significa que el SEÑOR proveerá hoy en nuestra misión?
La pascua
Moisés tenía la misión de llevar el pueblo de Israel a adorar a Jehová. Por eso le pidió al faraón permiso para ir a adorar a Dios y faraón se negó. Esto resultó en un larga lucha para obtener la libertad de adorar a Dios.
La décima plaga fue la muerte de los primogénitos de todos los habitantes de Egipto. Para evitar esta plaga era necesario matar un cordero y rociar su sangre sobre los postes de la casa. Quien no lo hiciera perdería a su hijo primogénito. Un cordero tenía que morir para evitar la muerte del primogénito. Esto era para un “tributo” al Señor, quien así mostraba ser soberano, tanto de Egipto como de toda la tierra.
El día de la expiación
La institución del día de la expiación (Yom Kipur) le mostraba a la nación de Israel cómo enfrentar el problema del pecado. Esta festividad se celebraba una vez al año cuando sacrificaban un animal para resolver el problema del pecado.
Reconocemos que Dios es soberano de toda la tierra, como dice La Escritura:
«Porque Dios grande es el SEÑOR, Y Rey grande sobre todos los dioses, En cuya mano están las profundidades de la tierra; Suyas son también las cumbres de los montes. Suyo es el mar, pues El lo hizo, Y Sus manos formaron la tierra firme. Vengan, adoremos y postrémonos; Doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor. Porque El es nuestro Dios, Y nosotros el pueblo de Su prado y las ovejas de Su mano. Si ustedes oyen hoy Su voz,» (Salmos 95:3-7 NBLH).
¿Qué quiere decir “soberano en la misión”? Dios hizo toda la tierra y todas las naciones que habitan la tierra. Dios se preocupa por la salvación de su pueblo en toda la creación.
«Fue oprimido y afligido, Pero no abrió su boca. Como cordero que es llevado al matadero, Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, él no abrió su boca. Por opresión y juicio fue quitado; Y en cuanto a su generación, ¿quién tuvo en cuenta que él fuera cortado de la tierra de los vivientes por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida?» (Isaías 53:7-8 NBLH).
El Cordero de Dios
Juan el Bautista presentó a Jesús al pueblo judío como el CORDERO DE DIOS que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Esto significaba que Jesús habría de ser el sustituto final para el cordero que debía ser sacrificado para quitar el pecado del mundo. Con su sacrificio ya no es necesario sacrificar más corderos para cubrir nuestros pecados. Como afirma Hebreos (10.12-14), Jesús murió una vez para siempre. Estas imágenes del Antiguo Testamento definen la identidad a Jesús porque indican la misión que Jesús emprendía.
Es interesante ver el paralelo entre Juan el Bautista y nosotros. ¿Qué hubiera pasado si Juan no hubiera venido antes de Jesús? En Malaquías 4:1-6 dice: «Yo les envío al profeta Elías antes que venga el día del SEÑOR, día grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que Yo venga y hiera la tierra con maldición (destrucción total)». En otras palabras Juan estaba anunciando que si no se arrepentían de sus pecados, IBAN a ser destruidos por la venida del Señor. Esto es igual que nuestro mensaje también. Si uno no se arrepiente hoy será destruido por la venida del Señor.
Jesús termina su ministerio
Las últimas palabras de Jesús son su comisión dada a sus discípulos en el evangelio de Mateo 28:16-20
«Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. Cuando Lo vieron, Lo adoraron; pero algunos dudaron. Acercándose Jesús, les dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden (he aquí)! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.» Mateo 28:16-20 NBLH
Esta comisión está en los otros evangelios también:
Lucas 24:44-49
«Después Jesús les dijo: “Esto es lo que yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”. Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: “Así está escrito, que el Cristo (el Mesías) padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ustedes son testigos de estas cosas. Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes, permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto”.»
Lucas 24:44-49 NBLH
Juan 20:17
«Jesús les dijo otra vez: “Paz a ustedes; como el Padre me ha enviado, así también yo los envío”.» Juan 20:21 NBLH
La Santa Cena
La misión de Jesús nos conduce a la última cena de Jesús. En la Santa Cena cristiana recordamos y anunciamos la muerte de Jesús como cordero de Dios (1 Corintios 11:23-26). Recordamos que Jesús murió como cordero por nuestros pecados. Recordamos que él pagó como cordero la pena por nuestros pecados. Recordamos que él nos reconcilió con Dios. Como Cristo murió por nosotros, nosotros estamos obligado a vivir para él (2 Corintios 5:14-15).
«Pues el amor de Cristo nos apremia (nos impulsa), habiendo llegado a esta conclusión: que Uno murió por todos, y por consiguiente, todos murieron. Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquél que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne. Aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura (nueva creación) es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas. Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios! Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él.»
2 Corintios 5:14-21 NBLH
El vivir por Cristo
Filipenses 2:1-5, en el contexto del Nuevo Testamento, indica cuál es nuestro compromiso con Cristo en muchas maneras. Si hemos recibido un beneficio de la muerte de Jesús estamos obligados a tomar la actitud de Jesús en nuestras relaciones con los demás.
«Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. No hagan nada por egoísmo (rivalidad) o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.
Haya, pues, en ustedes esta actitud (esta manera de pensar) que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que Se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús SE DOBLE TODA RODILLA de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.» (Filipenses 2:1-11 NBLH).
Un problema con la “misión” es que olvidamos de quién es la misión. ¿Vamos a la misión para salir del país, para vivir una aventura? ¿Cubrimos nuestros egoísmos con una cubrimiento de religiosidad?
Jesús comisionó a sus discípulos en los cuatro evangelios: Mateo 28:16-20; Marcos 16:8-16; Lucas 24:44-50; Juan 20:17. Es decir que la misión de Jesús continuará con nosotros como colaboradores de Dios. Todas nuestras relaciones están controladas por la misión de Jesús. Esta misión involucra toda nuestra vida.
¿Qué es la misión de Jesús? ¿Cómo quiere Jesús que hagamos la misión? Si no hacemos la “misión” según las instrucciones bíblicas, causamos problemas, particularmente para la misión de Jesús.
¿Quién es digno?
«Vi también a un ángel poderoso que anunciaba a gran voz: “¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?” Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirar su contenido.» (Apocalipsis 5:2-3 NBLH).
Entre los humanos no había ni hay nadie digno de abrir el libro del destino de los humanos en la tierra. Juan estaba muy deprimido al escuchar estas noticias y lloraba mucho. Pero la historia no terminó así:
«Entonces uno de los ancianos me dijo: “No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos”. Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Él vino y tomó el libro de la mano derecha de aquél que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste (redimiste) para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra”.»
Aquí el Cordero de Dios es soberano de todos los eventos de la tierra: la conquista, la muerte, la salud, la guerra y el juicio.
La alabanza en el cielo es dirigida al Cordero:
Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz: “El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza”. Y oí decir a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos”. Los cuatro seres vivientes decían: “Amén”, y los ancianos se postraron y adoraron.» (Apocalipsis 5:5-14 NBLH).
¿Cuáles son las consecuencias de rechazar al soberano?
«Porque ha llegado el gran día de la ira de ellos, ¿y quién podrá sostenerse (mantenerse en pie)?» (Apocalipsis 6:17 NBLH).
Bibliografía:
Vaughn Roberts, Gran Panorama Divina, Torrentes de Vida.
Christopher Wright, Misión de Dios, Certeza.
Graeme Goldsworthy, Estrategia Divina, CLIE,
Graeme Goldsworthy, Evangelio y Reino, Torrentes de Vida
Graeme Goldsworthy,