Primero, vamos a contestar la pregunta, ¿qué es la vocación?
Obviamente la respuesta a esta pregunta ha cambiado en diferentes etapas de la historia. Para nosotros la mayoría de la gente buscan dentro de si para ver que le gusta hacer, o que habilidades tiene para diferentes actividades.
El problema es que la vocación es nuestra identidad. ¿De dónde sacamos nuestra identidad?
A partir de la ilustración el hombre occidental ha buscado dentro de si mismo su identidad. Sus ligas a la comunidad, la patria y la religión han sido cortadas. Tenemos que hallarnos por lo que hacemos, por nuestra educación o por lo que tenemos. Nuestra valor no reside en lo que creemos. Kant nos explicaba que el valor no puede proveer de Dios, porque no tenemos conocimiento real de Él. No podemos expiermentarle con nuestros sentidos. Freud dijo que la religión es el opio del pueblo. Nietzche vio la religión como nada más una manipulación.
Entonces cada vez que no tenemos empleo, o no podemos hacer lo que nos gusta tenemos un crisis de identidad. Este crisis es mucho mayor que pensamos, porque como cristianos nuestra identidad es el resultado de haber sido llamandos por Dios. Ya hemos abandonado a Dios como fuente de nuestra identidad. Esto es la realidad de muchos "cristianos". Dios solo nos sierve cuando nos da algo llamado "bendición". No vemos a Dios como la fuente de nuestra identidad, sino como un siervo que nos ayuda a realizar nuestras propias metas.
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