Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual,* ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom 12:1 NVI).
Nos renegamos cuando tenemos que dar un diezmo. ¿Cuál es el problema? Jesús dio todo. Él era un sacrificio vivo. ¿Cuál es la importancia es la expansión del Evangelio para tí? Pablo responde a este pregunta con su propia persona.
¿Es que cometí un pecado al humillarme yo para enaltecerlos a ustedes, predicándoles el evangelio de Dios gratuitamente? De hecho, despojé a otras iglesias al recibir de ellas ayuda para servirles a ustedes. Cuando estuve entre ustedes y necesité algo, no fui una carga para nadie, ya que los hermanos que llegaron de Macedonia suplieron mis necesidades. He evitado serles una carga en cualquier sentido, y seguiré evitándolo.
(2Co 11:7-9 NVI)
También responde en palabras en Gálatas:
Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí (Gal 2:19-20 NVI).
Nosotros, aun los que no son ministros tenemos la resposabilidad de sostener el ministerio. Y cuando uno permite que no lo sostengamos, nos están robando ser parte de la misión de Jesús.
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