Pablo está muy consciente del problema de que no todos van a ser fiel al Señor. Un buen líder es uno que sigue fiel al evangelio aun y cuando otros abandonan el evangelio. Es importante notar que Pablo pone en contraste los que son infieles al evangelio con Onesíforo quien era fiel.
Ya sabes que todos los de la provincia de Asia me han abandonado, incluso Figelo y Hermógenes. Que el Señor le conceda misericordia a la familia de Onesíforo, porque muchas veces me dio ánimo y no se avergonzó de mis cadenas. Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó sin descanso hasta encontrarme. Que el Señor le conceda hallar misericordia divina en aquel día. Tú conoces muy bien los muchos servicios que me prestó en Éfeso (2Ti 1:15-18 NVI).
Los que desertan la fe no deben desanimar a los cristianos fieles. La descripción que Pablo da de Onesíforo es muy alentadora a los que son fieles al Señor.
La fidelidad que Pablo describe debe ser en su raíz doctrinal y en seguir anunciando el evangelio.
Obviamente, el éxito en el ministerio no es de tener muchos seguidores sino de ser fiel al Señor en el evangelio que se predica. Llegamos a esta conclusión por el énfasis que Pablo pone a “guardar el buen depósito antes de describir la infidelidad de Figelo y Hermógenes.
Hasta este punto las luchas que Pablo describe son interiores. Esto indica que tenemos que cuidar el hombre interior primero, antes de las tareas del ministerio. Las tareas de enseñanza, administración, evangelismo, predicación son secundarias a la tarea de cuidar nuestro hombre interior.
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