Argumento e interpretación: una reflexión
Cuando uno estudia una materia, lo más importante es el argumento. Si no respetamos el argumento, no podemos llegar a tener conocimiento de lo que estamos estudiando. No importa el tema que deseamos estudiar, la situación es igual.
Uno no puede estudiar las matemáticas a menos que sepa hacer argumentos matemáticos. Uno tiene que empezar con lo más sencillo e ir construyendo hasta llegar a la matemática más compleja. Si uno brinca los primeros pasos, no puede avanzar. Tendría que volver a estudiar la base de nuevo hasta que todos los pasos concuerden. Por eso uno no puede estudiar las matemáticas por el indice.
Es igual en la química, la medicina, la física, la estadística.
Cuando estudiamos la Biblia y teología, la situación es similar. Todos los libros de la Biblia nos presentan un argumento. En la mayoría de los casos el argumento es explícito y claro. En pocos casos es implícito y oscuro.
Esto significa que al estudiar la biblia (descubrir y analizar) nos lleva a los argumentos que la Biblia nos presenta. Romanos, Gálatas, Jueces, y Juan son libros en que el autor declara cual es su propósito. No podemos decir que comprendemos estos libros si no comprendemos su argumento.
¿Podemos usar argumentos para llegar a conclusiones que no eran parte del alcance del argumento original?
¿Qué implican textos como 1 Corintios 4:6-7; Gálatas 1:8-9 y Apocalipsis 22: 18-19 acerca de conclusiones no contempladas por los autores originales?
¿Podemos decir que el uso de argumentos incompletos es una interpretación válida?
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