Aun los autores de la Biblia llegaron a tener problemas de cosmovisión. Por ejemplo, Habacuc sentía que era inocente ante Dios (Habacuc 1:2-4).
¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso? ¿Hasta cuándo clamaré a ti por causa de la violencia, y no vendrás a salvarnos? ¿Por qué permites que vea yo iniquidad? ¿Por qué me haces espectador del mal? ¡Sólo veo destrucción y violencia! ¡Ante mis ojos surgen pleitos y contiendas! Por eso tu ley carece de fuerza, y la justicia no se aplica con verdad. Por eso los impíos asedian a los justos, y se tuerce la justicia.Habacuc no está pidiendo que Dios le juzgue, él ya ha decidido que sus enemigos son los que merecen el juicio de Dios. Dios le responde a Habacuc y lo convence de que él (Habacuc) también merece ser juzgado por Dios y después le explica lo que está haciendo y le da un mensaje para el pueblo de Juda.
Nosotros, al igual que Habacuc, suponemos que somos inocentes, que no tenemos pecado ni somos culpables por lo que sucede al nuestro alrededor. Muchos leemos la Biblia como un juicio para "todos los demás". Nos consideramos "víctimas inocentes" y no pensamos que la corrección de Dios en la Biblia sea para nosotros.
En el caso de Habacuc, él presenta la raíz del problema como el orgullo del hombre. El orgullo esta detrás de todos los abusos sociales que existían en Judá. Ellos estaban confiando en su linaje, en vez de confiar en Dios. A consecuencia de su orgullo, se robaban las tierras entre ellos, se burlaban de otros, tenían ganancias injustas, se hacían ídolos entre otras injusticias.
Las consecuencias de nuestra "inocencia" en la interpretación
La Biblia por el contrario, dice que el lector es culpable. 1 Juan 1:10 indica que no podemos suponer nuestra propia inculpabilidad. No podemos sostener que no tenemos pecado sin hacer que Dios sea un mentirosos. Este supuesto rompe nuestra relación con Dios.
Una segunda consecuencia es que al considerarnos justos nos hacemos jueces de los demás... incluyendo a Dios. Nuestro orgullo nos ciega de nuestras propias injusticias y hace que sintamos que tenemos el derecho de juzgar a los demas. Es facil ver las injusticias de otros y sentirnos superiores. Este sentir superior es nuestro orgullo.
Al volvernos jueces, no estamos sujetos a la ley, sino que pasamos a ser personas sin ley. Nadie puede señalar nuestra injusticia. Nuestra rebeldía alcanza su maxima expresión. Nosotros somos los que determinamos la inocencia o culpabilidad de todos los demás. Santiago indica que esta es una ofensa a Dios.
11 Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y lo juzga, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, te eriges en juez de la ley, y no en alguien que debe cumplirla. 12 La ley la ha dado Uno solo, el cual tiene poder para salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo? (Santiago 4:11-12).Perdemos la capacidad de interpretar la Biblia correctamente y empezamos a leerla para juzgar Ya sólo tratamos de establecer nuestra propia inocencia.
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