Acércate a Mí
PREPARACIÓN DE NUESTROS CORAZONES
PARA LLEGAR A TENER UNA EXPERIENCIA MÁS COMPLETA DEL CRISTO RESUCITADO
Una meditación para los cuarenta días que conducen a la Pascua
Por John D. Kennington
PREPARACIÓN DE NUESTROS CORAZONES
PARA LLEGAR A TENER UNA EXPERIENCIA MÁS COMPLETA DEL CRISTO RESUCITADO
Una meditación para los cuarenta días que conducen a la Pascua
Por John D. Kennington
Día 5 Lunes
“Jesús sabía que el padre había puesto todas las cosas bajo su poder, y que El había venido de Dios y El volvía a Dios así que El se levantó de la cena y se quito su manto y envolvió una toalla alrededor de su cintura” (Juan 13:4) todas las cosas bajo su poder,” aún El, “envolvió una toalla alrededor de su cintura.” Estas cosas parecen contrarias. Él que mereció ser servido se hizo criado para lavar los pies de los discípulos. En humildad completa él enseñó la humildad por su ejemplo. Qué Dios pueda quitar la “levadura” de nuestro orgullo para que podamos ser verdaderos siervos suyos y de nuestros compañeros cristianos. Que Dios trate con la “levadura” de nuestro orgullo para poder ser verdaderos Sirvientes de Dios y de nuestros compañeros en Cristo.
Día 6 Martes
Considere sus costumbres y la situación. Era necesario lavarse los pies, o que uno se los lavara. Los discípulos habían venido sobre los caminos polvorientos llenos de estiércol de animales, y era necesario que los pies estén lavados antes de su comida de Pascua. Pero todavía el reino parecía inminente. En las mentes de los discípulos sus papeles en el nuevo reino estaban a punto de ser asignados. Éste no era el tiempo para tomar una toalla y para hacer tareas inferiores. Competían para ser puestos a la izquierda o derecha del rey. No habían entendido las palabras de su Señor sobre cómo su grandeza fue determinada por su conversión a sirviente. Radica mas en cuánto servimos que en cuánto se nos sirve (Mateo 20:26).
Día 7 Miércoles
La preparación del sacrificio para la Pascua implicó mucho más que poder comprender. Considere cómo Jesús se humilló para hacerse sirviente modelo (Filipenses. 2:1 - 11). Nuestro orgullo evita que aceptemos este papel y nos hace crear divisiones. El orgullo es el número uno en la lista de los “siete pecados capitales.” Éste es el primer pecado del que Jesús intentó limpiar a sus discípulos en el décimo tercer capítulo de Juan. Él, por ejemplo y por palabra, limpiaría nuestras vidas para prepararnos para el servicio en su reino.
Día 8 Jueves
Cuando Jesús llegó a Simón Pedro, éste le dijo: --¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí? --Ahora no entiendes lo que estoy haciendo --le respondió Jesús--, pero lo entenderás más tarde. --¡No! --protestó Pedro--. ¡Jamás me lavarás los pies! --Si no te los lavo,* no tendrás parte conmigo.
(Juan 13:6-8 NVI). ¿Entendemos lo que hacía el Señor? Pedro no entendió. Lo único que Pedro sabía era que Jesús lavaba sus pies naturales con agua natural. Él no se dió cuenta que Jesús le lavaba su orgullo. ¿Visualiza a Jesús que intenta quitar nuestro orgullo para que tengamos parte con Jesús en el trabajo de su reino?
Día 9 Viernes
--Entonces, Señor, ¡no sólo los pies sino también las manos y la cabeza! --El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies --le contestó Jesús--; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.
(Juan 13:9-10 NVI). ¿Cuál es la diferencia entre un baño completo y un lavado de los pies? ¿Cuál es la diferencia entre el ser salvo y que nuestros pecados diarios nos sean lavados? Nosotros, los que hemos sido salvos, ¿hacemos suficiente para lavar nuestros pies de la suciedad que es resultado de caminar las calles sucias de este mundo? ¿Cuántas veces venimos a comer con nuestro Señor y su pueblo sin buscar limpiarnos de nuestros pecados al confesarlos a El o a otros? Sería bien considerar si hay cosas en nuestra vida que nos obstaculizan de trabajar con Dios, así como del trabajo de Dios en nosotros. Jesús dijo que si no dejamos que lave nuestros pies no tendremos parte con El.
Día 10 Sábado
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros (Juan 13:14 NVI). El nos llama para lavar los pies de otros. El no sólo pide que perdonemos a otros sino que los enfrentemos. Éste puede ser el trabajo más delicado que tenemos como cristianos. Éste no es solo el trabajo de un pastor, porque estamos encargados de cuidar a nuestros hermanos (Génesis 4:9). Hay algunas cosas que debemos observar acerca de lavar los pies. Humíllate a tal punto que no estés menospreciando a la persona que estés tratando de ayudar. No utilices el agua de condenación que escalda. No olvides la toalla para secarle los pies mojados, es decir, concluye los asuntos de tal forma que no sea un tema de conversación eterno.
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