El Espíritu del Señor se había apartado de Saúl
(1 Sam 17:14) a raíz de su orgullo y
rebeldía. La infidelidad de Saúl hacia Dios la podemos ver tanto en su
desobediencia hacia Samuel como al momento que llama a su hijo Es-baal (hijo de
Baal) también conocido como Ish-boset (hijo de Vergüenza) ver 1 Cronicas 8:33 y
9:39. El medio hermano de Jonatán como su hijo se llamaban Merib-baal
(Baal es abogado) o Mefi-boset (2 Sam 21:8, 1 Cr 8:34; 9:40). No tenían la
seguridad de pelear para defender el nombre de Dios porque ellos mismos no
habían sido fieles a Él.
El vecino pueblo de los Filisteos había sido
enemigo de Israel desde los tiempos de Sansón (Jueces 13) y la guerra que
encontramos aquí es una continuación de la que relata 1 Samuel 13. En esta
ocasión los Filisteos decidieron retar a los israelitas en una guerra muy
diferente ya que no implicaría una batalla campal con mucho derramamiento de
sangre sino que sería una batalla uno a uno, el reto duró 40 días y terminó cuando
David escuchó a Goliat. Goliat medía aproximadamente 2.90 metros y la malla de
cobre que usaba pesaba 57kg haciéndolo muy impresionante ante los israelitas
que eran de altura promedio, pero no amedrentó de ninguna manera a David.
Parece interesante ver que David no vio el
desafío como un pleito por territorio ni poder sino como una oportunidad de honrar a Dios y
quitarle la afrenta a su pueblo. Se siente indignado al ver que sus
compatriotas no ponen su fe en Dios y no defienden Su nombre.
David era chaparro y no tenía experiencia de
guerra, pero sabía que Dios lo libraría de Goliat. Saúl cuestiona si David
tiene la capacidad de ganar la batalla. David exalta al nombre de Jehová y
explica que Dios le va a dar la capacidad de vencer así como lo hizo con el oso y
el león. Para David el hecho de que Goliat haya “desafiado a los escuadrones
del Dios viviente” (1 Sam 17:36) lo hacía imperdonable y le dio la certeza de
poder vencerlo.
Cuando David se para frente al filisteo, recibe el menosprecio y las maldiciones de Goliat burlandose de sus "dioses". David contesta que no necesita ni la espada ni la lanza ni la jabalina sino que el
nombre del Señor de los ejércitos y los escuadrones de Israel son suficientes
para matarlo. Lo único que fue necesario para derrotar a semejante gigante fue
una piedra lanzada con una puntería divina. Y con esto puso de regreso a los filisteos a su tierra que se encontraba al norte de Israel.
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