Pecado: por dentro y por fuera
¿Qué es el pecado?
¿Qué es el pecado?
Toda cosmovisión tiene que responder a la pregunta,
¿Qué está mal con el ser humano? Este es el primer paso para plantearnos una
solución.
Para algunos, que están abandonando la cosmovisión
cristiana, el pecado ya es un término anticuado. Sin embargo, la Biblia lo usa para describir la ruptura en la relación entre el hombre y Dios.
Es fácil identificar los pecados de los borrachos, fumadores, los que se drogan,
y fornicadores. Ellos definen al pecado como desobedecer a Dios, pero para
desobedecer es necesario conocer los mandamientos y la Biblia presenta el paradigma del pecado de manera más profunda y más común, pero mucho más difícil de identificar.
Los Diez Mandamientos
(Éxodo 20:1-21)
El primer mandamiento incluye nuestra actitud haca Dios. Sí
estamos poniendo otras cosas, a otras personas o aun a nosotros mismos por
encima de Dios estamos pecando. Si mis propósitos, mi familia, mi carrera, mi
trabajo, mi deporte, mi entretenimiento, o cualquier otra cosa son más
importantes, estoy violando este mandamiento.
Los otros nueve mandamientos son fáciles de identificar, ya
que hablan de conductas.
La ira de Dios
Cuando Pablo explica porque Dios está enojado con el hombre
(Romanos 1:18-32) nos presenta una segunda manera de entender el pecado. Pablo explica que Dios esta enojado con el hombre porque:
- · “… con su maldad obstruyen la verdad” (Romanos 1:18 NVI),
- · no le dan gracias por lo que ha hecho,
- · no le dan gloria (crédito) (Romanos 1:21) y
- · cambian la gloria del Dios (Romanos 1:21) por imágenes que son replicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles (Romanos 1:22 NVI).
Como el rechazo a Dios es personal, también la ira de Dios lo es.
- Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, … (Romanos 1:24 NVI).
- “Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas (Romanos 1:26 NVI).
- Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer (Romanos 1:28 NVI).
Todas las consecuencias del pecado, como los malos deseos,
las pasiones vergonzosas y la mente depravada, son el resultado de no reconocer
a Dios y de rechazarlo como soberano. Queremos ser independientes de Él. Esta
es la esencia del hombre. Por eso Dios
mata al hombre que lo rechaza.
Causas y
Consecuencias
No debemos confundir las consecuencias con las causas. Cuando
pensamos que la falla del hombre son sus “equivocaciones”, generalmente
pensamos que podemos “transformarlo” con un sistema de valores para que no
siga actuando de esa forma. También pensamos que nosotros podemos mejorar este mundo si los ayudamos
a ser como nosotros. Pero solamente el Evangelio de Jesús nos reconcilia con
Dios. No podemos eliminar el pecado sin el evangelio. De nada sirve no fallar
como humano si no tenemos una reconciliación con Dios. De la misma manera que no sirve de nada no fallarle a nuestro padre terrenal si no estamos en comunicación con él.
La ira requiere una
propiciación
La ira de Dios contra el hombre pecador es común en la
Biblia. Ésto se ve en las 413 veces (LABA) que se encuentra esta palabra. Vale
la pena mostrar algunos de estos textos para entender nuestra situación ante
Dios.
Muchos creemos que la muerte de Jesús sólo implica la acción
de Dios en nosotros, o expiación. Pero, ¿que tiene que ocurrir para
cambiar la actitud de Dios hacia el hombre? La Biblia enseña que Dios está
enojado con el pecador (Salmo 7:11). Propiciación es “un acto para aplacar la
ira de Dios” o “Apartar
la ira mediante la satisfacción de la justicia que se ha violado”.
Por esto Romanos 5:17-19 dice,
Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los
hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos
los hombres (LBLA).
Cuando el hombre pecó en Génesis, dice que Dios se
arrepintió de haber creado al hombre. Esto
significa que en lugar de amarlo, estaba enojado con él. Pero con
la muerte de Jesús hay la posibilidad de una reconciliación (2 Corintio
5:16-21). Si rechazamos la
“propiciación” que Jesús nos dio en su sangre, no tenemos esperanza.
Ignorar a Dios es
rechazarlo
El libro de Hebreos enfatiza el rechazo de
Dios como nuestro pecado más importante.
Pecar obstinadamente es sinónimo de rechazar la ley de Moisés.
Hebreos 10:26-28
Si
después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos obstinadamente, ya no
hay sacrificio por los pecados. Sólo queda una terrible expectativa de juicio,
el fuego ardiente que ha de devorar a los enemigos de Dios. Cualquiera que
rechazaba la ley de Moisés moría irremediablemente por el testimonio de dos o
tres testigos.
La ley no
daba opción de seguir pecando después de haber conocido la verdad y por lo tanto
rechazar a la ley. De la misma manera no podemos rechazar el sacrificio de Jesús.
La palabra rechazar tiene varios
sinónimos que reflejan diferentes intensidades del rechazo.
¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que dijo: «Mía es la venganza; yo pagaré»; y también: «El Señor juzgará a su pueblo.» ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo! (Hebreos 10:29-31).
Un segundo texto de Hebreos advierte a los que rechazan a Dios (Hebreos 12:15-29)
Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la
gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y
corrompa a muchos; y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien
por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor. Después,
como ya saben, cuando quiso heredar esa bendición, fue rechazado: No se le dio
lugar para el arrepentimiento, aunque con lágrimas buscó la bendición.
Ustedes
no se han acercado a una montaña que se pueda tocar o que esté ardiendo en
fuego; ni a oscuridad, tinieblas y tormenta; ni a sonido de trompeta, ni a
tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara
más, porque no podían soportar esta
orden (es decir, rechazaron la orden): «¡Será apedreado todo el que toque
la montaña, aunque sea un animal!» Tan terrible era este espectáculo que
Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo.»
Por el
contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la
ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a
una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el
cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos
que han llegado a la perfección; a Jesús, el mediador de un nuevo pacto; y
a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la de Abel.
Tengan
cuidado de no rechazar al que habla,
pues si no escaparon aquellos que rechazaron al que los amonestaba en la
tierra, mucho menos escaparemos nosotros si
le volvemos la espalda al que nos amonesta desde el cielo. En aquella
ocasión, su voz conmovió la tierra, pero ahora ha prometido: «Una vez más haré
que se estremezca no sólo la tierra sino también el cielo.» La frase una
vez más» indica la transformación de las cosas movibles, es decir, las
creadas, para que permanezca lo inconmovible.
Rechazar a Dios es el
equivalente a volverle la espalda o ignorarlo por completo o no
hacer caso a su Palabra.
Así que
nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos.
Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor
reverente, porque nuestro «Dios es fuego consumidor».
Conclusiones:
- ¿Cómo entendemos el pecado y sus consecuencias? ¿como es la relación entre el hombre y Dios?
- El libro de Romanos nos dice que el hombre está bajo la ira de Dios como consecuencia del pecado. El pecado básico es que el hombre no reconoce a Dios como soberano y busca ser autónomo.
- Si la actitud de Dios hacia el hombre no hubiera cambiado por el sacrificio de Jesús, no tendríamos la posibilidad de reconciliación. Estas advertencias con respecto a rechazar, pisotear, insultar toman mucha fuerza en este contexto.
- Si la gente no cree en Jesús no hay reconciliación con Dios. Si son buenos no les va a ayudar mucho. Van a pensar que la salvación se logra por obras (buena conducta). Van a ser hipócritas como los fariseos, buenos por fuera pero malos por dentro.
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